Como su título lo indica La Inspiración Avanzaba Invicta
Cuando, por estas cuestiones histéricas de identificación instantánea
(donde cualquier colectivo te deja bien porque la conversión te lleva)
revuelvo esos viejos papeles donde hay nada y
después me sobreviene la preocupación por el pastillero perdido
como por cualquier otro objeto perdido desde los comienzos de la creación
o de la impulsión, de la iteración, de la interrupción,
del coitus interruptus
del onanismo, del enanismo, de la inanición.
Pero a eso me refiero cuando te digo que la inspiración viene
y lo encuentra a uno recogiendo los lápices,
afilando con técnicas precisas los lápices
con y sin chanfle, con puntas redondas y cuadradas, regulares e irregulares
acabados con mil herramientas tan creativas como eficaces
para después metérselos uno a uno por el orto
e intentar llevar la inspiración ya desflecada al teclado
darle resucitación al avance ya pulverizado
intentar uno o dos preludios del Clave Bien Temperado
entender que el invicto se ha quebrado
y duele
Eso es lo que declaro: que me distraigo
y me olvido por completo quién soy.
Un Ainu de Hokkaido
y no un del catre cáido
Chamán y cacique de mi propia tribu
Un rebelde en extinción
Un neurótico bandera
con caviar y champaña verdadera
pasajeros y tripulación
Pero el avión capotó
el trasatlántico quedó en el Mar de los Sargazos
a ratas y cucarachas cazamos a alpargatazos
y nos las comimos
con el pescado y las algas adelgazamos
y estábamos justo como para la playa divinos
aunque no podíamos robar un ozesno durante la hibernación
para llevar a cabo nuestra función
y continuar con nuestra tradición
que lo antropológico indica para esta sección
entonces si no somos los Ainu de Hokkaido
díganme quien carajo somos
porqué nos vestimos con estos trajes tan peculiares
hubiera sido mucho más honorable
perecer bajo las atómicas del Enola Gay
Nos hubiéramos liberado de esta triste decadencia
Y siempre se le podría echar la culpa a los Estados Unidos.
