Disculpe la inocencia, la imprudencia y la indecencia,
la situación amerita darle pronta procedencia.
¿Acaso al respecto no hay jurisprudencia?
¿porque lo que aquí expongo no se basa en la ciencia?
Llevamos este yugo que nos exprime el jugo,
De la conciencia que vela aquello que nos duela.
Pero sin ser tarugo, royendo algún mendrugo,
Medito que es el cura quien nos entrega al verdugo.
El cura o el imán, el rabino o el pastor,
Supuestos adalides de un orden superior.
que no nos dan consuelo y nos aíslan del suelo,
para que no sepamos que es inevitable el duelo.
El duelo por la vida, el duelo por la muerte,
Nos anestesian para que no cuestionemos nuestra suerte.
Nos mantienen en la ignorancia, nos niegan la sapiencia,
Mientras nos atan con la cadena de la obediencia.
Pero un día despertamos, la venda se nos cae,
Y vemos la verdad, aunque el corazón se agite.
angustia e incertidumbre la realidad nos trae
y aunque quisiéramos creer, la fe no se repite.
La libertad prefiero, con la frente bien alta,
Que vivir una mentira, con el espíritu en falta.
Sin fragorosas guerras, comprendiendo en silencio
que ya no es necesario agregar sufrimiento...