Nirguna canta al modo de Gardel,
la N vibra en su nariz de papel,
la R rasga el aire como un cuchillo en la sal
filo de lengua en la herida del decir.
No habrá Nirguna igual, no habrá Nirguna
llora un lamento en la garganta ruda.
La erre es punta de una sombra en la luna,
la ene un manto de vibración y duda.
Tango con signo pesos y con signo de piscis,
tarareo de huesos en las apófisis.
Nada de dioses con congestión nasal:
la plegaria es fosa y el pecho un puñal.
Taraka teje su glissando en azul,
Saguna funde mantras en el baúl.
¿Fue su coz o su voz la que al romper
hizo del hiato un portal de mujer?
Nirguna ríe sin permiso divino,
teje su caos con hilo de platino.
Ni coitos sagrados ni mantras en vuelo:
su verso es la brasa que incendia el cielo.
No habrá Nirguna igual, no habrá Nirguna,
su sombra derroca reyes sin fortuna.
La eternidad no es más que un chascarrillo
un cuento para los niños poligrillos.
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