lunes, 19 de noviembre de 2007

Utilizo este urgente dolor para expresarte...

Mi dolor, amada Aída
este dolor de espina a contrapelo
este dolor de prestación caída
tú mi no heroína de la ópera raída
tú me lo causas porque estás un poco ida
es un dolor de pincita de depilar
es un dolor de cosa jodida
que merece atención inmediata
o una aguja con novocaína
o con diazepina,anfetamina
ketamina, cocaína,
mescalina, psilocibina,
morfina, aspirina...
Yo creí que moría
pero no por la Aída que sufría
ni la de la avenida del puerto de Lisboa
que se hundió de proa
pero si por la Aída del Coronel
que se quedó sin papel
y empepó sus camisas de Acrocel
y con Newton MendonÇa en la cárcel
compartieron un aperitripvo de miel
pero si por la Aída del General
Que le dió a la pala tan mal
y al alcohol, y al formol
y al paracetamol
y definitivamente a la del capitán,
que sonó: ¡Tan,tan!
(¿Tan Qué? ¿Tanque?)
Pensándolo bien el dolor no me urge tanto
sólo cuando la herida su roja boca de odio crepitó
lo que suena como una marchita militar
sólo que ellos disimulan
la sangre y la pólvora
con valor y patria
y gloria y libertad
y honor y loor
y designio y hasta Dios
y no pocos revolución y pueblo
pueblos
desunidos
desarticulados
deshumanizados
sin su nido
sin su rama
sin su mono
sin su Aída
que es como una guía
propiciando su orgía
como la famosa profesora de piano
no la que se casó con el sifilítico
no la que tuvo el hijo retrasado
no la que tenía el queso pasado
sino la otra
la viuda del comisario
la del hijo funcionario
la que trabajaba en turismo
en prostitución y extorsión
en pornografía y sadomasoquismo
la señora del Opus Dei
más santa que un papa gay
(pronúnciese: Guey, pero no Buey)
¡Ay, Aída, no te hagas la distraída,
sabés como viene la movida
no seas retorcida
que te cuesta
estupída
malparida
malcogida
reprimida

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